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¡No se inunda más!

El diluvio que volvió a desnudar la deuda pendiente del norte del AMBA: autos flotando y trenes shoppings paralizados por el agua

Infraestructura desbordada, obras ausentes y una región que vuelve a quedar a merced de la lluvia.

24 Diciembre de 2025 09:05
Inundación en Panamericana
Inundación en Panamericana

El cielo se cerró de golpe y, en menos de media hora, el norte del Área Metropolitana de Buenos Aires quedó atrapado en una postal que ya no sorprende pero sigue golpeando con la misma crudeza. El temporal de este martes, con lluvias intensas y granizo, expuso otra vez la fragilidad de una infraestructura incapaz de absorber eventos extremos que, lejos de ser excepcionales, se vuelven cada vez más frecuentes. Cortes totales, demoras interminables y vehículos varados marcaron la tarde, con escenas de desesperación sobre la autopista Panamericana y la avenida General Paz.

La lluvia fue corta, pero el impacto fue devastador. En distintos tramos de la Panamericana, especialmente en las colectoras del norte del conurbano, el agua avanzó sin resistencia y dejó autos bajo el nivel de la calzada. Los videos se multiplicaron en redes sociales, mostrando vehículos atrapados y conductores intentando escapar a pie. La explicación técnica se repite: desagües pluviales diseñados para una urbanización que ya no existe, sumideros colapsados y una planificación de cuencas que nunca terminó de concretarse.

El problema no es nuevo ni misterioso. Es la suma de déficits estructurales, urbanísticos y de gestión que se arrastran desde hace años en el norte del AMBA. Colectores pensados para otra época, falta de mantenimiento y ausencia de obras hidráulicas integrales conforman un combo que transforma cada tormenta intensa en una emergencia. La ampliación de desagües, la construcción de reservorios temporales, los túneles aliviadores y la limpieza periódica de cauces aparecen siempre en los diagnósticos, pero rara vez en el territorio.

Mientras tanto, el caos se extendió más allá de las autopistas. En San Isidro, a metros del centro comercial Unicenter, el cielo se volvió negro y las ráfagas de viento complicaron la circulación. El agua se filtró dentro del shopping y anegó pasillos en plena hora pico de compras navideñas, entre adornos y promociones de última hora. Desde la administración informaron que se registraron filtraciones en el tercer nivel que afectaron a algunos locales y que, de manera preventiva, se acotó la operatoria mientras los equipos técnicos trabajaban contrarreloj.

Puertas afuera, la escena era todavía más cruda. A la altura de Thames, varios autos quedaron bajo el agua en Panamericana. En San Martín, las lluvias anegaron calles enteras y en Villa Ballester la corriente llegó a cubrir hasta la mitad de vehículos estacionados, algunos de los cuales fueron desplazados por la fuerza del agua. En San Andrés, los vecinos filmaron cómo las calles se transformaban en verdaderos ríos que arrasaban con todo a su paso. El transporte público tampoco escapó al impacto. El Tren Mitre circuló con demoras y cancelaciones: el ramal Suárez quedó interrumpido por anegamientos y obstrucción de vías. 

En Aeroparque, varios vuelos sufrieron demoras por las condiciones climáticas. Y en la avenida General Paz se vivieron algunas de las imágenes más impactantes del temporal: a la altura de Albarellos, entre Constituyentes y avenida San Martín, los autos debieron circular a contramano para escapar de tramos completamente inundados, mientras colectivos suspendían su paso hasta que el caudal bajara. Desde el Gobierno porteño aseguraron que "no hay inundaciones" en la Ciudad y atribuyeron la situación a la recarga de la cuenca del arroyo Medrano por la intensidad de las lluvias en San Martín. 

La explicación técnica, sin embargo, no alcanza para borrar las imágenes de una región paralizada, con vecinos improvisando kayaks para cruzar calles tapadas de agua y conductores atrapados en autopistas convertidas en lagunas. El pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional hablaba apenas de "tormentas débiles" para esa franja horaria. La realidad fue otra. Y esa distancia entre lo previsto y lo vivido volvió a dejar al descubierto una verdad incómoda: frente a un clima cada vez más extremo, el norte del AMBA sigue esperando obras que no llegan. Cada diluvio lo recuerda con brutal claridad.

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