09 Noviembre de 2016 10:04
El 13 de junio de 2015, Pablo Gabriel Artaza mató a su madre, María Estela Barreiro González, de 76 años, estrangulándola. Fue un crimen anunciado: ella lo había denunciado por maltratos ante la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia. Ahora, el Tribunal Oral en lo Criminal 22 lo condenó a cadena perpetua, tal como lo había pedido el fiscal Marcelo Martínez Burgos. No es para menos.
La casa del horror.
Madre e hijo convivían en un departamento en el barrio de Balvanera, sobre la calle Pasco al 500. El asesino no tenía coartada posible: puertas y cerraduras no habían sido violentadas, la víctima tenía 13 lesiones previas al femicidio. En el juicio, una vecina declaró que "se sentían los golpes y ella gritaba".
Un día, en pleno invierno, Artaza sacó a su madre a la calle y la empapó, al grito de "sucia". La hizo vender un departamento de su propiedad en la calle Combate de los Pozos y se quedó con todo el dinero, pese a que, según los jueces, ella no conservaba "la capacidad biopsicológica necesaria para firmar el boleto de compraventa".
Otro día la vieron a su madre, visiblemente desmejorada, pidiendo comida en la calle. Anteriormente la había golpeado en la cabeza y le había arrancado mechones de pelo. En algunas ocasiones, los vecinos que escucharon ruidos golpearon la puerta de su casa exigiendo el fin del castigo. En esos casos, Artaza, habitualmente borracho y drogado, solía mostrarles sus genitales y pedirles de muy mal modo que se fueran, que no se metieran en sus asuntos.