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A días del atentado a Cristina, Espert pidió que asesinen a trabajadores que protestaban: “Bala”

El diputado de Avanza Libertad es uno de los máximos difusores de discursos de odio.

22 Septiembre de 2022 18:36
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Desde el 1° de septiembre, el panorama político y social de Argentina cambio para siempre. Esa noche, Fernando Sabag Montiel y Brenda Uliarte intentaron asesinar a Cristina Fernández de Kirchner. Por un error en la carga de la pistola Bersa y de milagro, el país no sufrió un magnicidio.

 

Ese hecho marcó un antes y un después. Es no solo una agresión a la ex presidenta sino un golpe a la democracia. De hecho, a eso se refirió Cristina en su primera aparición pública tras el intento de homicidio. Durante su encuentro con curas villeros y hermanas religiosas y laicas, la vicepresidenta dijo en el Senado: Yo creo que lo más grave no es lo que me pudo haber pasado a mí. Lo más grave fue haber roto un acuerdo social que había desde 1983”.

 

Y completó: “Siento que la recuperación de la democracia no fue solamente que podamos volver a votar y a elegir las autoridades, sino que para mí recuperar la democracia fue recuperar la vida y la racionalidad; que podamos discutir de política, peronistas, alfonsinistas, peronistas renovadores, peronistas tradicionales. Y la verdad que lo que pasó el otro día fue algo más, fue una ruptura. Una ruptura de eso que tenemos que volver a construir urgentemente”.

 

En el mismo sentido, el presidente Alberto Fernández también habló sobre el intento de asesinato de Cristina y la vinculación con los discursos de odio durante su discurso en la 77ª Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. "Los discursos extremistas y violentos pueden poner en crisis el mismo estado de derecho”.

Además dijo sobre el ataque: "Muchas veces en la historia, los magnicidios han sido prólogos de grandes tragedias. Fundados en el rechazo o el odio hacia las víctimas, quienes perpetraron semejantes acciones quebrantaron la paz pública y abrieron las puertas a enormes disputas sociales".

 

Y continuó: “En la Argentina el intento de asesinar a la Vicepresidenta no solo afectó la tranquilidad pública. También buscó alterar una virtuosa construcción colectiva que el año entrante cumplirá cuatro décadas de vida. En 1983 recuperamos la democracia e iniciamos un largo ciclo histórico en el cual alternaron en el gobierno distintas fuerzas políticas".

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Por último, resaltó: "Valoramos la democracia como un modelo de desarrollo social que exige respetar al otro en la diversidad. Estoy seguro (de) que la violencia fascista que se disfraza de republicanismo no conseguirá cambiar ese amplio consenso al que adhiere la inmensa mayoría de la sociedad argentina. Quienes buscan debilitar y erosionar las democracias tienen intereses específicos que los lleva a promover la polarización extrema. No aceptemos resignados esa situación. Generemos un enérgico rechazo global a quienes promueven la división en nuestras comunidades".

 

A días del atentado a la vicepresidenta, casi todos los miembros de la oposición condenó el hecho. Aunque algunos referentes como la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, y el diputado de la Libertad Avanza, Javier Milei, no mostraron ningún tipo de solidaridad tras el ataque, ni emitieron ningún tipo de mensaje que condene el atentado. De hecho, ambos se dedicaron a criticar que el feriado decretado por el Gobierno Nacional. Lo mismo hicieron otros dos diputados expertos en la publicación de insultos contra los referentes del Peronismo como Fernando Iglesias y Waldo Wolff, ambos de Juntos por el Cambio.

 

Ninguno de esos miembros de la oposición se hicieron cargo de sus discursos de odio y mucho menos de su responsabilidad en la política. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los discursos de odio son “cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o conductual, que ataca o utiliza lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo sobre la base de quiénes son. En otras palabras, sobre la base de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad”.

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Como para dejar en claro su postura, en la tarde del jueves, José Luis Espert, diputado por Avanza Libertad, lanzó un tuit cargado de violencia contra los trabajadores de una empresa que realizaron un paro. El libertario citó un tuit de Infobae que decía “Se agravó el conflicto en el sector de los neumáticos: el gremio se atrincheró dentro del ministerio de Trabajo y hay nuevos bloqueos”, y escribió en su cuenta: “Código Penal Art 181, delito de usurpación. Cárcel (6 meses a 3 años) o bala”. En resumen, Espert quiere asesinar trabajadores.

 

Por el momento, ningún fiscal actuó de oficio sobre el discurso de odio. Algo muy normal desde su cuenta de Twitter. De hecho, el economista sumó un tuit un rato más tarde de la barbaridad que escribió, citó un tuit del diario Clarín que afirmaba “Por el ataque a Cristina Kirchner, Alberto Fernández reflota una vieja idea del Gobierno: 'Hay que regular el uso de las redes sociales'”, y le sumó: “No. No hay que regular el uso de las redes sociales”.

 

Sin dudas, Espert no tiene en cuenta que al menos dos de los cuatro detenidos por el intento de asesinato de la vicepresidenta tuvieron vínculos con su espacio político. Algo que la Justicia está investigando a fondo. Por otra parte, hay pruebas de que otros dos espacios investigados, como Revolución Federal y Nación de Despojados cuentan con miembros que militaron tanto para Espert como para Milei.

 

 

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