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Murió Tom Lupo, maestro de la radio, del rock y la poesía

Tenía 74 años. En 2015 sufrió un grave accidente automovilístico y nunca pudo recuperarse.

04 Mayo de 2020 10:15
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Fue un maestro de la radio y un gran tipo. Carlos Galanternik, más conocido como Tom Lupo, falleció esta mañana, a casi cinco años de un gravísimo accidente automovilístico del cual nunca pudo recuperarse del todo. Tom Lupo tenía 74 años y su nombre está eternamente asociado al rock como contracultura, a la difusión de poesía (él mismo era poeta), a la radio como compañía, pero también como ejercicio de la inteligencia. Su último programa fue "El pez náufrago", junto a la periodista y escritora Gabriela Borrelli Azara, por Radio del Plata. 

En los 80, desde su revista Twist y Gritos, y desde su programa radial Submarino amarillo, Lupo promovió a bandas emergentes de entonces como Sumo, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Los Fabulosos Cadillacs y Soda Stéreo, o los Ratones Paranoicos. Su seudónimo nació cuando llegó a la radio, medio que no abandonó jamás y que lo tuvo como uno de los grandes maestros de las últimas cuatro décadas. Era un notable entrevistador, sobre todo cuando tenía un mundo en común con sus entrevistados, como el Indio Solari o Luca Prodan.

Leía por la radio y en presentaciones públicas a Pessoa, Pizarnik, a Gelman, pero también a jóvenes poetas emergentes. En Radio Nacional, en Del Plata, en Radio Municipal, el rock y la poesía eran su mundo, y trataba de juntarlos en la medida de lo posible. Editó el CD En mi propia lengua, musicalizado por Fernando Samalea, y también Giro Hondo, sobre textos de Oliverio Girondo, con la participación de León Gieco y Luis Gurevich.

"Yo editaba una revista para jóvenes que pretendía competir con ´Pelo´ -publicación que me parecía muy banal-, que se llamaba ´Twist y gritos´, donde convoqué a gente como Alberto Laiseca. Teníamos una forma particular de ver el rock y la cultura nacional, entonces me llamaron para un programa que recién se iniciaba y se llamaba ´Submarino amarillo´. Al principio era una especie de ´movilero del rock´. Recuerdo que mi primer móvil fue con Los Redonditos de Ricota cuando aún no habían sacado su primer disco. Como era editor y en el programa tenía un rol menor me recomendaron que no utilizara mi nombre verdadero. Se me ocurrió ´Tom Lupo´ como quien dice ´Juan Pérez´. Después, en una sesión de psicoanálisis como paciente, asociando, descubrimos una cosa... Yo era psicólogo y este era mi primer laburo como periodista de rock y al único tipo dentro del ambiente que admiraba por ser un gran escritor era a Tom Wolfe. Wolf en inglés es lobo y lobo en italiano es lupo. Mi inconsciente dijo ´Tom Lupo´".

"Tuve un abuelo llamado Salvador, que me hablaba del amor a la gente. Y siempre me pasó eso: darme cuenta de que uno no es sin el otro. Y me sale naturalmente. A la gente más interesante que conocí en la vida le pasaba lo mismo: cuando salía a tomar algo con Luca, él atendía a todo el mundo que se le acercaba. Eso era no olvidarse que hay algo que nos iguala a todos: se llama muerte. Entonces, cuando me preguntan a qué me dedico digo: “Soy un obrero del lenguaje.” Y un obrero privilegiado, porque trabajo con la palabra y trato de devolverle a la sociedad toda la educación y el privilegio que tengo. Al mismo tiempo, tengo conciencia de la grandeza de la cultura argentina que es ninguneada: la primera reforma universitaria en el mundo fue acá en el '18, y luego se replicó en el Mayo Francés del '68 y en Berkeley, Estados Unidos. Estuvimos 50 años adelante y todavía decimos “este país” en vez de “nuestro país”.

“La mayoría de los que nos llaman o nos escriben en nuestro Facebook es gente que volvió a escribir a partir del programa. Eso me parece extraordinario. Nunca me voy a olvidar cuando hace muchos años un pibe me paró en la playa y me dijo: 'Por vos conocí a Macedonio Fernández.' Lo recuerdo como una de las cosas más importantes que me pasaron en mi vida, porque tomé conciencia de lo que podía llegar a generar”

Luca quería saber en qué andaba el psicoanálisis contemporáneo, el lacanismo. Le hice una síntesis y me di cuenta que lo que más le interesó de la teoría de Lacan es donde él decía que el hombre en lo afectivo no progresa, lo que progresa es la tecnología. Que, ante una mujer, nos portamos igual que en la época de Aristóteles. Y, a modo de resumen, le dije eso de que el tiempo pasa y nos vamos poniendo tecnos. “Me acabás de dar una idea bárbara. Siempre quise grabar Años, de Milanés, pero me parecía melancólica la frase el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, vamos a grabar eso. Llamame a alguien que tenga estudio”, me dijo. Y llamé a Andrés Calamaro que tenía un estudio, El Hornero, en su casa. Era un viernes y el sábado ya estaba grabando. Calamaro puso todos los instrumentos y fue haciendo todas las pistas. Cuando Luca iba a empezar a cantar me pidió que dijera algo, porque yo había tenido la idea, entonces repetí la frase que el hombre no progresa, que lo que progresa es la tecnología. Y después arranca el tema que lo hizo muy rockero. Calamaro estaba fascinado con la creatividad de Luca que esa noche tenía un recital en Pinar de Rocha y quedó medio afónico por pasarse toda la tarde grabando el tema, sólo por gusto porque no hizo nada comercial después. Cuando muere Luca lo edita Calamaro por su cuenta. Luca era pasional, muy inteligente, cultísimo, con mucha ironía.

Me parece que escuchar previamente y decidir qué es bueno y qué es malo es cuestionable. Hay que dejar que la gente también decida. Y yo trato de hacerlo. No sólo con la música. También lo hago con poetas y pensadores: Macedonio, Jauretche, Walsh, Borges y Girondo. Y descubrí que nada es casual, que yo estaba devolviendo un gran favor que había recibido en la escuela secundaria. Un día entró un señor y nos dijo que era el profesor de Educación Democrática, pero que si no le contábamos a nadie, si no lo traicionábamos, nos aprobaría a todos y nos leería literatura latinoamericana. Ese señor se llamaba Haroldo Conti, el gran escritor desaparecido por la dictadura. Él se estaba jugando por nosotros como se jugó años después en un movimiento revolucionario. Tiene que haber en la vida un maestro que te estimule en el momento adecuado. Por eso creo, salvando las distancias, que estaba devolviéndole el favor y tratando de hacer lo mismo con otros jóvenes. Digo "salvando las distancias" porque Haroldo Conti era un militante extraordinario y yo soy un simple obrero del lenguaje que intenta difundir la cultura nacional.

(Tomado de entrevistas de Mario Giorgi, Alejandra Valentini y Juan Manuel Strassburger.)

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