07 Mayo de 2025 12:09

Gabriel Anello ya no se disfraza. Ni de periodista, ni de analista, ni siquiera de opinador. El periodista de Radio Mitre cruzó todos los límites con declaraciones racistas, clasistas y violentas dirigidas a Juan Román Riquelme, presidente de Boca Juniors. Bajo el amparo de una supuesta "libertad de expresión" y sin la más mínima intervención de sus colegas al aire, expuso su costado más brutal, violento y discriminador. En su más reciente intervención al aire por la radio, lo que hizo fue escupir odio. No se trató de una crítica deportiva ni de un análisis sobre el presente de Boca Juniors. Lo que se escuchó fue un discurso violento, cargado de racismo, clasismo, misoginia implícita y amenazas. Una cloaca verbal a la que ni el conductor del programa, Federico "El Negro" Bulos, ni sus compañeros al aire se atrevieron a ponerle freno.
"A los negros se los llama negros, a los marrones se los llama marrones y a los ignorantes se los llama ignorantes", bramó Anello. Y fue más allá, insultando directamente a Juan Román Riquelme -a quien llamó "verdulero", "burro" e "ignorante"- y culminando con una amenaza en clave de violencia física: "Riquelme, Mancilla 2668, a las trompadas en la puerta". Este no es un exabrupto más. Es un caso grave de violencia mediática con nombre y apellido, transmitido por una de las radios más escuchadas del país, sin freno, sin censura y con una tranquilidad pasmosa por parte de sus colegas.
Federico "El Negro" Bulos, que compartía micrófono, no emitió objeción alguna. La pasividad frente al racismo es complicidad. Las opiniones futboleras fuertes son parte del juego. Lo que dijo Anello, no. Su odio personal hacia Riquelme ya era conocido, pero ahora se transformó en una cruzada de agresión personal, donde la descalificación no pasa por la gestión dirigencial sino por el color de piel, la clase social y la educación formal. Frases como "los que no van al colegio como Riquelme son unos negros ignorantes" no solo replican estereotipos violentos, sino que activan estructuras de discriminación que el periodismo debería denunciar, no reforzar.
Anello no fue solo racista. Fue despectivo con los sectores populares, con quienes no tienen estudios universitarios, con los trabajadores, con los hinchas que no piensan como él. Dijo que no le importa el INADI porque "ya no existe", y que a él no lo aprietan "como a otros pelotudos". Como ejemplos, mencionó nombres de colegas como Martín Arevallo o Marcelo Nasarala. La violencia no es solo verbal: es ideológica, simbólica y cargada de un desprecio profundo hacia lo popular. "Yo tengo una cultura que los ignorantes y los burros, los que no van al colegio como Riquelme, son unos negros ignorantes", sostuvo el periodista al aire.
Y siguió: "Ustedes, los camporistas, los kirchneristas, que hicieron mierda a este país, apretaban a la gente con esta cosa (por el INADI). A mí no me corren. Yo no soy ni Martín Arevallo, yo no soy ni Marcelo Nasarala, yo no soy los pelotudos que ustedes están acostumbrados a tratar, yo soy un tipo que me sobra huevo. Y Riquelme, Mancilla 2668, a las trompadas en la puerta, no esto de te mando un abogado, pero mándame los abogados que vos quieras. No hay ningún problema. Yo no soy antiboca. Mi padre es hincha de boca, yo creo que mi hijo es hincha de Boca, mi esposa es hincha de Boca, yo soy anti-Riquelme. No se confundan, no le mientan a la gente, yo no soy antiboca. Yo respeto muchísimo a Boca, yo es que no respeto a ese negro de Riquelme. Así de simple se lo digo, Así de siempre, al verdulero, al ignorante, al burro..."
El trasfondo político también es evidente. Desde que Juan Román Riquelme asumió la presidencia de Boca Juniors, una parte del periodismo deportivo no para de atacarlo. No por su gestión (cuestionable como cualquier otra), sino por lo que representa: un ex jugador que no se arrodilla ante los grandes medios, que concentra poder sin negociar con Clarín o TyC, que tiene el respaldo de buena parte de la hinchada y que impone una agenda propia. Riquelme puede equivocarse -y lo ha hecho-, pero la reacción de ciertos sectores ante su figura responde más a su independencia y a su extracción social que a sus errores de gestión.
Para Anello, Riquelme no es solo un mal dirigente. Es "el negro ignorante", "el verdulero" que no merece estar donde está. Es el cuerpo equivocado en el lugar de poder. El episodio debería ser repudiado de manera unánime por el periodismo, los organismos de derechos humanos, los clubes de fútbol y los entes reguladores de medios. Pero el silencio impera. Radio Mitre no emitió un solo comunicado. Nadie salió a pedir disculpas. El INADI, pese a su debilitamiento institucional, debería intervenir. El problema no es solo Gabriel Anello. Es el ecosistema que lo produce, lo sostiene y lo amplifica. Es la impunidad del micrófono, el blindaje del rating, la complicidad del silencio.