29 Abril de 2015 12:04

Vivían en Villa Celina, pero todas las mañanas llegaban a la escuela N° 4 “Provincia de La Pampa”, a 7 cuadras del taller donde trabajaban su mamá y sus tíos. Al mediodía llegaban hasta la esquina de Páez 2796 (y Terrada) e ingresaban por la puerta celeste que conectaba con el pasillo del fondo. Allí, en ese lugar donde en el siglo XXI se trabajaba en condiciones infrahumanas, funcionó durante años una unidad básica. Aun están los parantes metálicos donde se colgaban dos banderas: la argentina y una con la cara de Evita. Las paradojas suelen ser muy crueles.
Signo de los tiempos. Antes funcionaba una Unidad Básica, hoy un taller clandestino.
Los nenes llegaban de la escuela y ayudaban a su madre en las tareas de costura. En la división del trabajo que se acostumbra en esos lugares, los menores suelen pegar botones y cortar hilos. Ya de noche emprendían el regreso a su casa, en el conurbano. Y así todos los días. Todos menos el fin de semana pasado. Vaya a saberse por qué, justo el domingo los nenes no volvieron a Celina. Se quedaron en Flores con sus tíos.
Cuando vuelven de la escuela los nenes ayudan a sus padres: pegan botones y cortan hilos
De afuera solo se ve una cortina metálica y una pared de ladrillos levantada donde antes estaban las ventanas del lugar. Es decir, no se ve nada. La clandestinidad obliga a ocultarse. Eso sí, los vecinos saben lo que sucede. Es que en esa misma cuadra -Páez al 2700- hay 5 talleres más. Uno enfrente de otro. Todos denunciados por la Alameda y todos desconocidos por Ezequiel Sabor, el subsecretario de Trabajo del Gobierno porteño, que certificó en un documento que no había irregularidades. Lo mismo declaró la vicejefa de gobierno, María Eugenia Vidal.
El GCBA recibió una denuncia justo de ese local en septiembre de 2014.
Pero nada era normal. Esa esquina de Páez
y Terrada se convirtió en una trampa mortal para Orlando
y Rodrigo Camacho
, de 7 y 10 años. El relato de los vecinos de la cuadra es estremecedor. Narran que desde la calle se escuchaban los alaridos del mayor de los hermanos pidiendo ayuda. Que los bomberos y policías no podían entrar por ningún lado. Que voltearon la pared, pero atrás había un chapón. Que agujerearon
el chapón, y que atrás había un alambre tejido. Que cortaron el tejido y pudieron entrar, pero que los cuerpos de los dos nenes estaban carbonizados sobre la cama. Abrazados.
El relato de los vecinos es estremecedor. Un bombero y un policía fueron hospitalizados durante el rescate.
En la escuela decretaron un día de duelo. Buscan la manera de comunicarle a los compañeritos lo absurdo de esas dos muertes. Para mañana está prevista una misa a las 19 en la Iglesia de la Visitación, a una cuadra del incendio que mató a los nenes. Hasta el momento no habían circulado imágenes de los niños. Hoy mostramos a Rodrigo Camacho. La tragedia tiene un rostro. Una cara que nadie debe olvidar.