por Alejo Paredes
25 Julio de 2019 16:26
Iban 16 minutos de la primera mitad, cuando Néstor Pitana sancionó la pena máxima por una clara falta de Lucas Landa sobre Leandro Garate. El delantero de Arsenal de Sarandí ubicó la pelota en el punto penal y se dispuso a patear la falta. Bajo los tres palos estaba Manuel Vicentini, de Sarmiento, por entonces considerado uno de los mejores arqueros de la categoría.
En la tribuna los hinchas estaban expectantes: algunos cantaban, otros rezaban y hasta había quienes le hacían promesas al cielo para que esa pelota tocara el fondo de la red. Pero por encima de la multitud que alentaba por el equipo de Sergio Rondina, se destacaron dos hinchas: Carla y su hija, Mía, quienes se encontraban sentadas a un costado de la tribuna.
Desde su nacimiento, la pequeña Mía -de 14 años- padece una displasia septo-óptica congénita (o síndrome de Morsier) que le afecta la visión, la motricidad y lo cognitivo. Pero eso no la imposibilitó a alentar por el Arse -pasión que heredó de su mamá- y Carla decidió relatarle paso a paso la jugada del gol en un video que en su momento no tardó en convertirse en un fenómeno viral.
La reacción fue única y emocionante por dónde se la mire: con lágrimas en sus ojos, Carla abrazó a su hija y ambas gritaron el gol de Garate que le permitió al equipo de Sarandí regresar a la máxima categoría del fútbol argentino. Pero si bien el regreso a Primera era un anhelo de ambas, el verdadero sueño de la mujer de 34 años es otro: que su hija la pueda ver por primera vez.
Mía padece síndrome de Morsier: una malformación a nivel cerebral. “Ella no ve, tiene retraso mental, habla y camina con dificultad. El lado izquierdo lo tiene afectado, por lo que tiene la pierna izquierda más corta. Es epiléptica y toma siete medicamentos distintos al día”, le cuenta Carla a BigBang, quien busca poder mejorar la calidad de vida de su hija.
Si bien está escolarizada, Mía es paciente psiquiátrica y sus ganas de mejorar motivan a Carla a poder cumplir ese sueño llamado “China”. Y es que la pequeña tiene una posibilidad de mejorar, no solo su visión, sino también la motricidad y la parte cognitiva con un tratamiento con células madre que solo se lleva a cabo en el país asiático.
Pero a la profesora de educación física y a Mía no solo la separan unos 19,267 Kilómetros de China, sino que también debe desembolsar la gran suma de 50 mil dólares. Un monto que, lógicamente, para muchos es casi imposible de conseguir si no es con ayuda. “Esto viene desde hace muchísimos años, cuando me fui enterando de los diagnósticos de la gorda y salió lo de China”, explicó.
Pero como los medios de comunicación de hace 14 años atrás no eran los mismos que hoy, Carla no pudo hasta ahora poder contactarse con el país asiático para averiguar sobre el tratamiento. “Era imposible, no me contestaban los mail. No me podía contactar”, señaló. Pero a raíz del video viral junto a Mía, todo comenzó a cambiar y surgió una luz de esperanza.
Primero -cuenta, emocionada- le hicieron una nota para un programa de Estados Unidos, pero de habla hispana. A partir de ahí, un amigo de ella, a quien acompañó durante un grave accidente automovilístico, compartió su historia por Facebook.
“Logré contactarme con Juan Bautista Godoy, el primer papá que llevó a su hijo a China. Él se comunicó y me pidió el diagnóstico de la nena para reenviarlo a China. El caso de Mía fue aceptado y me dieron las posibilidades de mejora”, le contó Carla a este portal.
Juan Bautista Godoy es un defensor de las personas con discapacidad, trató a su hija Tamara con células madre. Desde que conoció acerca de este implante, fue invitado por la Universidad de Medicina de Londres para interiorizarse sobre sus efectos. Desde entonces, dedica gran parte de su vida a dar a conocer el trabajo que se lleva adelante en la Clínica Wu Stem Medical Center.
Según explicó, desde el país asiático le aseguraron que Mía, a raíz del tratamiento, podría llegar a tener una mejora visual, a nivel motor y cognitivo. “Se le van a implantar dos tipos de células, una por médula y otra por torrente sanguíneo me explicaron”, detalló.
“La terapia consta de dos viajes a China. Uno este año y el otro antes de transcurrir el año. En el primero llega, la desintoxican, le hacen análisis de sangre y le buscan compatibilidad de células sangre. Ella después de dos semanas vuelve y acá hay que continuar con terapias”, agregó.
En el segundo viaje, Mía deberá afrontar el mismo procedimiento. “Los dos viajes, sin contar aéreos (traductor, tratamiento, hospedaje, etc) cuestan 50 mil dólares. Hasta ahora llevo un 10% del total juntado”, aseguró.
Hasta el momento, recibió ayuda de muchos personas y entidades, sobre todo del ámbito futbolístico. “Cuando fue lo de Mía, el vocero de River nos invitó a ver el partido de Arsenal ante el Millo de visitante. Le agradecí y como después empezó lo de la campaña le pedí una camiseta firmada para sortear. Lo mismo ocurrió con Estudiantes de La Plata”, remarcó la emocionada mamá.
Actualmente, Carla y Mía reciben el apoyo del Club Atlético Independiente. Durante el encuentro de esta noche por Copa Sudamericana, ella y empleados del club estarán recolectando donaciones de dinero para apoyar a Mía en su tratamiento de células madre. A cambio se entregaran números a quienes colaboren para participar del sorteo por camisetas firmadas por los futbolistas del conjunto de Avellaneda y de un metegol a escala del estadio Libertadores de América. “Yo soy profe de educación física en Independiente, en la sede de Mitre. Entre charlas, empezaron a moverse los delegados del club y después fuimos por la parte de la intendencia. Hoy no se hará el sorteo porque los organizadores de la Copa no lo permiten. Hoy solo se va hacer la entrega de los números y en el primer partido del Rojo como local por la Superliga se hará el sorteo”, contó.
Al final de esta nota, con una ilusión inexplicable y la esperanza a flor de piel, Carla no lo dudó y sentenció: “¡Yo creo que es posible! No me agarro de una nube. Antes de ponerle primera a todo esto fui preguntando a otros padres sobre el tratamiento. No da positivo en todos los casos, pero me agarré de los positivos donde se vieron cambios notorios. En los negativos, sin embargo, los chicos dejaron de tomar algunas pastillas. Eso es un plus. Todo va a ser positivo. Mi deseo es que mi hija me pueda ver. Ese es mi sueño. No existen palabras que describan el orgullo que siento por ella”.