16 Octubre de 2025 11:41
La noche del miércoles, frente a las cámaras de C5N, la periodista y locutora Agustina Peñalva rompió en llanto al narrar el infierno que atraviesa desde hace más de dos meses. Su testimonio en Andate a dormir vos dejó al desnudo el drama que viven muchas mujeres en la Argentina: la sensación de estar solas frente a un sistema judicial que, una vez más, llega tarde. "Hace dos meses que vengo atravesando una situación. Mi situación en este momento es como tener una tobillera, pero estoy atada a este dispositivo que es un botón antipánico", comenzó diciendo, con la voz entrecortada.
El motivo: el acoso persistente de un hombre identificado como Walter Graciano, quien ya estuvo preso por hostigar a otra periodista. "Hoy estuve desde las 7 de la mañana hasta casi las 11, encerrada en un cuarto, respondiendo preguntas sin parar de una forma que es completamente angustiante, repasando cada uno de los episodios de este chabón hostigándome", relató Peñalva, visiblemente afectada. El calvario comenzó, según contó, a principios de agosto, cuando Graciano empezó a enviarle decenas de mensajes diarios a través de las redes sociales. "Me hostigaba con muchísimos mensajes, más de 20, 30 por día", contó.
Y siguió: "Hasta que un día tuve una pequeña alerta cuando me anunció que estaba esperando el momento para encontrarme sola". Pese a haberlo bloqueado en todas las plataformas, el agresor creaba nuevas cuentas para continuar con la persecución. "Lo bloqueo por Instagram y empezó a acosarme por X. Como lo bloqueaba, se abría nuevas cuentas...", explicó. Pero lo que al principio parecía un acoso digital terminó trasladándose al mundo físico. "Me persigue y me sigue. Y es más, les digo algo más grave todavía: vive a ocho cuadras de mi casa. Yo no puedo respirar, no puedo salir tranquila de mi casa", describió la periodista.
Además, contó que "desde el viernes, mi vida se ha convertido en una dependencia total y absoluta de otras personas". En este contexto, Agustina contó que debió recurrir a la ayuda de amigos y allegados para sentirse segura, ante la ineficiencia policial. "Tengo que agradecer profundamente a mi dispositivo de gente que tengo alrededor. No he estado sola absolutamente en ningún momento. En este momento tengo dos personas que me están cuidando afuera, 24/7. Es un recurso que yo puedo tener, pero hay un montón de mujeres que no pueden tener este recurso. Hay un montón de mujeres que están en sus casas encerradas y no pueden salir a ningún lado", dijo.

Y continuó: "Esto porque hay un tipo que está acosándolas, que está hostigándolas, que les ejerce hasta violencia física y no pueden salir de sus casas". Peñalva denunció además que debió presentarse en cuatro comisarías distintas antes de que finalmente le entregaran un botón antipánico. "Me decían que no había. Ya tengo tres denuncias realizadas contra él", señaló con impotencia. La periodista cuestionó duramente la pasividad del sistema judicial frente a un hombre con antecedentes. "Este hombre estuvo preso un mes en un lugar para personas que no están bien de salud mental, justamente por hostigar y acosar a una colega", resaltó.
Según contó, "lo declararon insano para convivir con terceras personas". "¿Me podés explicar cómo la policía el otro día lo larga tras mío, sabiendo que este hombre sabe dónde vivo, dónde trabajo, a qué gimnasio voy?", se preguntó indignada. En un momento desgarrador, Peñalva miró a cámara y le habló directamente al acosador: "Flaco, yo no quiero nada de vos. No quiero que me regales flores, no quiero que me des un libro, no quiero que me des chocolate. Yo lo único que quiero es volver a vivir mi vida de una forma normal. Quiero poder trabajar tranquila. Quiero poder salir tranquila. Te tengo miedo, chabón, te tengo miedo y no quiero nada tuyo", suplicó.
Y sentenció: "Necesito realmente de corazón recuperar mi vida. Quiero volver a la normalidad, hace dos meses que parece que vivo dentro de una película de terror". La periodista también apeló a la Justicia, exigiendo medidas concretas: "Todo lo que estoy viviendo debería ser completamente necesario para que se tomen medidas. No tenemos que llegar a los extremos. El extremo no puede ser la bolsa. No es justo que yo sea la presa y que él esté libre y que yo me tenga que resguardar y encerrar para poder sobrevivir".

Con angustia y valentía, Peñalva volvió a poner en palabras el miedo que paraliza a miles de mujeres cada día. Su testimonio desató una ola de solidaridad en redes sociales, donde colegas, artistas y usuarios manifestaron su apoyo y exigieron respuestas. "Por mi trabajo me tocó contar episodios de este tipo, pero jamás pensé que me iba a pasar a mí", reconoció. Esta vez, el relato no era una noticia: era su vida. Una vida que pide a gritos protección antes de que sea demasiado tarde.

