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"Los medios no estuvieron a la altura": el balance de Campolongo y la histórica transmisión de ATC

El reconocido periodista Carlos Campolongo dialogó con BigBang y recordó aquellas cuatro jornadas que cubrió sin descanso para la vieja ATC, ante el levantamiento carapintada contra la democracia. 

por Alejo Paredes

16 Abril de 2021 02:00
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A sus 73 años, Carlos Manuel Campolongo puede decir que estuvo en los momentos más difíciles del país y que, en uno de ellos, le tocó la ardua, exhausta y gratificante tarea como periodista de cubrirlo. "La Semana Santa de 1987 me imprimió carácter. Fue una linda experiencia, una transmisión en directo de cuatro días que debería estar en el libro Guinness de los récords mundiales", le aclara a BigBang.

En la comodidad de su casa, a una hora de que el remis lo pase a buscar para trasladarlo a su programa, el también abogado, psicólogo y docente universitario le cuenta a este portal cómo transita la pandemia de coronavirus que lo tiene como paciente de riesgo a causa de su avanzada edad, detalla que recibió la primera dosis de la vacuna rusa Sputnik V y aclara que vive bajo una consigna de "paciencia y resignación".

A pesar de que cumple todos los parámetros para recibir la vacuna, Campolongo busca alejarse de la polémica y de una eventual crítica por un supuesto favoritismo de la clase política advirtiendo que fue su hijo el que lo anotó y que esperó su turno como cualquier otro ciudadano de riesgo: "Fui a La Rural y me pusieron la primera dosis de la Sputnik. Quiero destacar que estaba todo muy organizado, por lo menos en ese establecimiento".

Según explicó, desde hace varios meses que ya afronta la pandemia bajo la consigna de paciencia y resignación. "En aquel momento decía que íbamos a convivir bastante y lo mejor para no hacerse demasiada mala sangre es tener paciencia. Hay que convivir con esto. Y no hablo de resignarme a la enfermedad, sino que me refiero a la resignación de que esto va a durar y hay que tolerarlo", sostiene.

El 16 de abril de 1987 ocurrió en la Argentina el primer levantamiento carapintada, luego de más de 50 años de golpes de Estado militares y cuatro años después del inicio del período democrático actual. En aquella oportunidad, el mayor Ernesto Barreiro se negó a prestar declaración ante la Cámara Federal de Córdoba en relación a cargos de tortura y asesinato que se le imputaban en la represión al movimiento obrero y popular.

Barreiro se refugió en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 14, a cargo del teniente coronel Luis Polo, en vez de concurrir a los Tribunales. Polo era parte de la Promoción 94 del Colegio Militar y tenía una relación de amistad con Aldo Rico, quien se alzó contra la democracia exigiendo que se terminaran todos juicios a los responsables de la sistemática represión ilegal del Proceso de Reorganización Nacional.

Miles de argentinos ocuparon las plazas públicas más importantes del país. En un mundo sin redes sociales ni portales en tiempo real, la televisión y la radio transmitieron las 24 horas del día para informar que la democracia tambaleaba por las exigencias de Rico y su banda de carapintadas. Entre los periodistas que trataron el tema sin descanso durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se destacó Campolongo.

El periodista llevaba un año trabajando para Argentina Televisora Color (ATC), el antiguo nombre de Canal 7, tras el regreso a la democracia. "Desde lo personal recuerdo que hacía un año había sido convocado para ATC. Cuando volvió la democracia, recién volvía al periodismo. No trabajé en los medios durante la última dictadura y después de canal 11, me contrataron en ATC", recuerda con exactitud.  

¿Cómo recordás aquel levantamiento Carapintada?

- Fue en abril del ´87, lógicamente en Semana Santa. Obviamente cubrí bastantes jornadas del Juicio a las Juntas (decreto del presidente Raúl Ricardo Alfonsín). Inolvidable para mi porque pensé que eso no lo íbamos a vivir nunca. Ver a los que fueron los jefes y responsables de las instancias del terrorismo de Estado, poniéndose de pie ante la Justicia no me voy a olvidar jamás. 

Por aquel entonces existía el temor de que pudiera repetirse una nueva dictadura. Ese temor estaba muy vivo y presente, sobre todo en la sociedad. Muchas veces se dijo y no concuerdo con ciertas interpretaciones de que fue el Menemismo el que acabó con los golpes de Estado. El Menemismo sufrió el último atentado, pero el primero, el de la Semana Santa, comienza con la resistencia de Barreiro a ir a los tribunales.

Y desde allí, se fue complicando el proceso. La acción psicológica que hizo Aldo Rico y los Carapintadas fue llevar agua para su molino. Eran voceros oficiosos del ejército y todo ese despliegue lo hicieron muy bien. A mi, personalmente, no me tomó totalmente por sorpresa. Pero no sabíamos qué era lo que iba a pasar. No había un final de guión, porque realmente no había un guión. Se iba construyendo con la narración de los hechos que iban aconteciendo.

¿En ATC trataron el tema con libertad? 

-Había una cosa muy fuerte como conciencia en ese grupo, que era la defensa de la democracia sea cual fuere el espacio político del que cada uno provenía.  Estaba trabajando en ATC, que venía de la tergiversación y engaño con respecto a la guerra de Malvinas. Tanto es así que yo lo verbalicé: convivimos en un tácito compromiso de que el tema de la democracia lo íbamos a defender sin distinción de banderas.

Cuatro días sin parar transmitimos. Dormía en el camarín y aquellas jornadas deberían estar en el  libro Guinness de los récords. Hubo momentos de mucha tensión y no teníamos protección policial. Un día al gerente del canal le dije que yo los aguantaba hasta que llegaran al marco de la entrada del estudio, pero cuando pasen me rajo por las vías del ferrocarril (risas). 

Los hechos históricos hay que ubicarlos en su contexto. Las fuerzas Armadas, o las cúpulas, eran en aquel momento lo que la vieja Argentina llamábamos el partido Militar. No era una cosa aislada, se conectaba con intereses económicos. Ese Golpe fue financiado por algunas empresas, pero gracias a Dios, con dudas, terminó bien. por eso yo enteramente lo revindico a Raúl Alfonsín. 

Los golpes de Estado en Argentina, los últimos al menos, se dieron con la toma de los medios de comunicación y la cadena nacional. Esto no ocurrió en el levantamiento Carapintada. Hubo momentos donde tuvimos que deliberar la decisión mediática de dar o no una nota que hizo uno de los cronistas en la puerta de en Campo de Mayo. Yo dije al aire en aquel momento que estábamos escribiendo una página de la historia, sin libreto previo.

La diferencia entre una transmisión directa y el cronista que escribe para un medio gráfico es que en la televisión tenés que hacer un acompañamiento de los eventos visibles. Hicimos una transmisión desde Campo de Mayo. Hubo aspectos vinculados a algunos medios gráficos que sostenían que no teníamos precisión de los hechos.

Hay un recurso, muchas veces muy mal usado, que es el off the record, donde tenés un discurso para hacer una construcción de los hechos. Todo eso fue para mi, desde el punto de vista político, tratar de construir el sostén del sistema democrático. 

¿Estuvieron los medios de comunicación a la altura de las circunstancias?

- En mi opinión, creo que no lo estuvieron. Hubo algo que durante el levantamiento Carapintada no se hizo y que sí se hizo durante la pandemia. Eso se asemejaba mucho al Tejerazo en España, que fue el golpe de Estado para interrumpir el proceso de democratización. Todos los medios, monárquicos y republicanos, tuvieron un solo título: "Viva la constitución", algo que no ocurrió acá. Habían unos que estaban viendo cómo terminaba la historia. 

Durante la pandemia, todos los medios tuvieron una misma portada. Pero no hubo un comportamiento a la altura en 1987. No hubo unión ni compromiso. Otra cuestión se generó cuando se le dio micrófono a Rico. Nosotros contextualizamos para poder evitar el excesivo daño o persuasión que ellos tenían. Ellos sabían perfectamente lo que estaban haciendo.

Fue muy libre lo que construimos porque no nos bajó nadie una línea editorial. Fue muy ejemplar el comportamiento de todo el personal de ATC. Inclusive recuerdo que un cronista parlamentario me agarró del brazo y compartió conmigo que aquella mañana había ido a la iglesia del Salvador a comulgar, pero que estaba dispuesto a jugarse todo. No se cobraron horas extras y había un amor a la profesión y un idealismo que nos unían a todos.

Con vos presente en Intratables, Aldo Rico defendió su postura y afirmó que no atacó a la democracia ¿Cuál es tu postura? 

- Fue un ataque a la democracia, un intento de descarrilamiento de la democracia. Aldo Rico niega que hubo puntos y después se comprobó que fue todo lo contrario. Ese grupo terminó muy peleado y acusados de recibir plata dpara la reforma de la provincia de Buenos Aires. La dignidad, en muchos de aquellos casos, se disputó y se perdió.   

Alfonsín lo trabajo bien y tuvo un contexto muy favorable. El Justicialismo tuvo un comportamiento democrático y lo acompañó. Hizo todo lo que pudo para una cosa que él creía. El presidente Alfonsín tuvo siempre un gesto de cordialidad conmigo y me agradecía por todo lo que hice. Lo decía públicamente y una vez le dije "Mire Raúl, lo que hice, si se diesen las circunstancias, lo volvería hacer con todos los costos que me acarreó".

Cuando subió el Menemismo, fui el primer conductor que sacaron. Por eso, le dije a Alfonsín: "Le pido por favor que no me lo agradezca más porque cada vez que avanzó un casillero, voy tres casilleros para atrás". Menem le entregó el Canal 7 a unos tipos que eran empáticos con ciertos sectores que habían trabajado con la dictadura.

Me quisieron endilgar un Alfonsinismo que nunca fui y pagué un costo político. Tuve que ir a vivir a Tucumán, porque no me daban notas y colaboré en la campaña de "Palito" Ortega. 

¿Qué ocurrió en aquella reunión entre Rico y Alfonsín?

- Supe que Alfonsín se emocionó mucho porque le dijeron que habían combatido en Malvinas. Rico no estuvo solo en la reunión. Ahí existe un tema discursivo. Si hay que calificar el acto del levantamiento de la Semana Santa, es un acontecimiento con ciertas opacidades que es propio de la política. Hoy todo el mundo cree que Alberto subió con el concepto del valor de la palabra en la política, que lo dijo en la inauguración.

Pero la política tiene esa dimensión de la palabra que aveces no está anclada en la buena fe. No estoy hablando en términos de corrupción, sino en términos de construir una narración. La manipulación no siempre es negativo, aveces es imprescindible porque uno no puede contar todo lo que ocurre y tiene que resumir. Esa es una forma, entre tantas, de manipular la narración. Yo soy exigente y me siento en paz por no haber hecho demagogia.

Ya que nombraste al presidente, cuál es tu opinión sobre la actual gestión de Alberto Fernández?

- Creo que se podrían haber hecho un montón de otras cosas, más allá de lo heredado por el macrismo. En términos generales, no puedo deslumbrar cuál es el camino y hacia dónde vamos.  Se vio mucha improvisación y algunos episodios con la corrupción que no deberían darse. No veo un plan. En ese sentido, creo que el Frente de Todos fue un acierto electoral inducido por Cristina, muy exitoso, pero que no pudo convertirse en una coalición de gobierno.

Hay que tener planificación para gobernar y trabajar en la construcción política de otra manera, y no con el enfrentamiento prolongado que abarata la política y más en estos tiempos donde hay que buscar decisiones consensuales. Para no esquivar tu pregunta, estoy insatisfecho por ahora con la gestión del presidente.

La resolución del primer alzamiento Carapintada

El domingo de Semana Santa de 1987, Alfonsín visitó la guarida que servía de cuartel general de los carapintadas. Para evitar una guerra civil,  ni el teniente coronel se iba a rendir, ni los miles de argentinos en las plazas iban a retroceder, el por entonces presidente aceptó las exigencias de Rico y frente a una multitud, dijo:  "Felices Pascuas, la casa está en orden".

Rico fue detenido y los juicios a los militares se ajustaron por la ley de Obediencia Debida, un artilugio legal que escondía la naturaleza jurídica de una amnistía encubierta. Alfonsín entregó la presidencia a Carlos Menem, que finalmente indultó y puso en libertad al teniente coronel carapintada que llegó a convertirse en Diputado, ministro de Seguridad bonaerense e intendente de San Miguel. 

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