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Malvinas, 42 años: de los llamados de Reagan a Galtieri, a la derrota militar de la dictadura

La cruda cronología de las diez semanas de guerra, el contexto internacional y la agonía interna.

por Eli Salas

02 Abril de 2024 13:03
Malvinas-4
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El 2 de abril de 1982, la dictadura militar inició el desembarco de tropas en las islas Malvinas, usurpadas por Inglaterra desde 1833. Con esta acción de afirmación de la soberanía nacional, apoyada por un importante sector de la población, la dictadura intentaba ocultar la gravísima situación social, política y económica a la que había conducido su gobierno.

El conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de la Argentina y provocó la muerte de 649 soldados argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. Se considera que la derrota militar aceleró el fin de la dictadura. El 22 de noviembre de 2000 el Gobierno nacional estableció el 2 de Abril como el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas.

Recordar esta fecha tiene distintos objetivos: honrar a los soldados muertos en esa guerra, conocer los hechos históricos relacionados con Malvinas, informar sobre la situación actual de las islas y sobre los reclamos argentinos.

El 11 de diciembre de 1981, la Junta Militar, integrada por el teniente general Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Isaac Anaya y el brigadier general Omar Domingo Graffigna, depuso al presidente militar Roberto Eduardo Viola, encumbrando en la primera magistratura al propio Galtieri, quien juró el día 22. El almirante Anaya convenció a Galtieri de despeñar a Viola si a cambio este disponía la conquista de las islas Malvinas.

El 5 de enero de 1982 la Junta Militar tomó la decisión de realizar una acción militar si las negociaciones diplomáticas no progresaban, encargando un estudio de Estado Mayor reducido, integrado por un representante de cada fuerza armada. Los representantes fueron el general de división Osvaldo Jorge García, el vicealmirante Juan José Lombardo y el brigadier mayor Sigfrido Martín Pless.

El objetivo político fijado por los militares argentinos fue el de consolidar la soberanía argentina en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur y contribuir a afirmar su pleno ejercicio en el océano Atlántico Sur. El resultado del estudio de los uniformados explicaba que la operación desde el punto de vista militar era «apta, factible y aceptable» y que la fuerza conjunta estaría en condiciones de ejecutar la operación a partir del 15 de mayo de 1982.

Asimismo, aclaró que la operación tenía dos condiciones: debía mantenerse bajo el estado de defensa de las islas y debía ser una operación incruenta para minimizar la reacción británica y alentar a la mejor posición negociadora.23 Habiendo tomado el archipiélago, Argentina procedería a retirar las fuerzas de la operación y mantendría una reducida guarnición.

El 19 de marzo de 1982, 41 trabajadores de la Compañía Georgias del Sur S. A., del empresario argentino Davidoff, arribaron a Puerto Leith en el barco ARA Bahía Buen Suceso (B-6). El izamiento de la bandera argentina devino en una crisis internacional. Una noticia de la televisión británica, según la cual dos submarinos nucleares británicos habían zarpado de Gibraltar hacia el Atlántico Sur, habría alertado a los mandos argentinos. En este sentido, evitando comprometerse en un desembarco amenazado por dos submarinos nucleares enemigos y en una actitud de «ahora o nunca», la Junta Militar dispuso la ejecución del desembarco estableciendo el Día D entre el 1 y 3 de abril de 1982.

La Operación Rosario fue la conquista de las islas Malvinas por parte de la Argentina en 1982 por medio de una operación anfibia incruenta, por decisión de la Junta Militar que gobernaba en el país desde 1981. El archipiélago estaba bajo control del Reino Unido desde su ocupación en 1833.

Los militares argentinos desalojaron a las autoridades británicas y establecieron una gobernación militar. Las autoridades argentinas, lideradas por Leopoldo Galtieri, planificaron la operación a partir de diciembre de 1981. En marzo de 1982, zarpó una flota expedicionaria del continente. El desembarco inició el 2 de abril y fue ejecutado sin mayores inconvenientes excepto por un muerto en la toma de la Casa de Gobierno. 

El comandante argentino logró su objetivo sin causar bajas en el enemigo ni los civiles, algo que la dictadura requería para las negociaciones diplomáticas. Al final, las fuerzas argentinas rindieron a la reducida guarnición británica, la cual fue deportada junto al gobernador Rex Hunt.

El 3 de abril el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que pedía la cesación inmediata de las hostilidades. La retirada inmediata de todas las fuerzas argentinas de las islas Malvinas. A los gobiernos de la Argentina y el Reino Unido a que procuren hallar una solución diplomática a sus diferencias y a que respeten plenamente los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. 15 sobre 30 países votaron a favor de la resolución, uno por encima del mínimo necesario. La dictadura argentina no esperaba este resultado. Excepto por Panamá, los miembros del Movimiento de Países No Alineados votaron en contra de la Argentina, mientras que la Unión Soviética, España, Polonia y China se abstuvieron.

Ese mismo sábado 3 de abril, el Gobierno del Reino Unido lanzó la Operación Corporate, a cargo de la Fuerza de Tareas 317, para recapturar los archipiélagos. La delegación argentina pidió al delegado soviético que vetara a la resolución. El ruso sólo respondió que tal veto solo podía ser dispuesto por "las más altas autoridades".

El 11 de abril, el embajador soviético en Argentina se reunió con el ministro Costa Méndez. Según el relato de la Junta Militar, el diplomático ruso acudió al gobierno argentino para informar que su Gobierno opinaba que la crisis había sido provocada por la vocación colonialista de Gran Bretaña, y responsabilizaba a este país del conflicto armado. La Unión Soviética prometió ayuda a la Argentina sin esperar nada en retribución, recordando la actitud del país sudamericano ante el embargo cerealero estadounidense de 1980.

El Proceso de Reorganización Nacional apeló a la búsqueda de aliados en América Latina en una situación desfavorable. El 8 de abril el gobierno de los Estados Unidos envió al secretario de Estado Alexander Haig para acercar a ambos bandos. Haig se reunió con Galtieri el 10 de abril en la Casa Rosada con la compañía de Vernon Walters. El secretario estadounidense advirtió a Galtieri que si insistía con mantener un gobernador argentino en las islas, habría guerra, y que en ese caso los británicos ganarían por sus fuerzas superiores. Después de la reunión, Galtieri salió al balcón frente una multitud y atizó el conflicto con una oración que patentó su rol en el conflicto: "¡Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla!" Los jefes militares argentinos ignoraban claramente la superioridad de las FF. AA. británicas a las argentinas en cuanto a tecnología y profesionalismo.

Argentina se veía condicionada por la Resolución 502; si retiraba sus fuerzas de los archipiélagos, el Reino Unido debería detener el avance de la Fuerza de Tareas 317 y Margaret Thatcher no estaba dispuesta a negociar con argentinos en las islas. El 14 de abril el periodista estadounidense Carl Bernstein, a través de ABC News, reveló a la audiencia que Estados Unidos estaba brindando información satelital de inteligencia a la flota británica.56 El secretario de Estado de Asuntos Latinoamericanos, Thomas Enders, negó tal afirmación ante el embajador argentino Esteban Takacs. Los funcionarios argentinos solo renegaron el ostensible apoyo estadounidense a la expedición británica.

El 15 de abril Reagan y Galtieri conversaron telefónicamente por segunda vez. El dictador argentino manifestó a Reagan su preocupación por el avance de la flota británica hacia el Atlántico Sur e insinuó la posible intervención de un país del Bloque del Este. Pero, ambos líderes coincidieron en que una guerra en el hemisferio occidental entre dos países amigos de EE. UU. perjudicaría a ambos países en pugna y solo beneficiaría a la Unión Soviética. El presidente estadounidense le prometió neutralidad en tanto que las negociaciones continuaran. 

El 28 de abril el órgano consultivo del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobó por 17 votos y 4 abstenciones -Estados Unidos, Colombia, Chile y Trinidad y Tobago- una resolución de nueve puntos que urgía a Reino Unido a cesar las hostilidades y a Argentina a procurar no empeorar la situación. 

El 30 de abril Estados Unidos clarificó su posición. Haig anunció que las negociaciones no habían logrado una solución, al tiempo que el Gobierno argentino había rechazado la última propuesta estadounidense. También informó la suspensión de asistencia militar a Argentina y medidas económicas punitivas. También informó que su país satisfaría los requerimientos de armamento de Reino Unido. En este punto, el secretario de Estado aseguró que Estados Unidos no participaría en forma directa del conflicto. Reagan por su parte tachó a Argentina como «país agresor». El ministro Costa Méndez solo alcanzó a declarar que Argentina no había rechazado la propuesta estadounidense sino que solo la había objetado.

El 2 de mayo el submarino nuclear HMS Conqueror (S48) hundió al crucero ARA General Belgrano (C-4). El hecho ha sido objeto de controversia ya que ocurrió fuera de la Zona de Exclusión Total impuesta por los británicos.

El comandante en jefe Anaya aseguró que el enemigo "disponía de información satelitaria diurna y nocturna sobre todas las unidades de superficie propias". A consecuencia del hecho, el vicealmirante Lombardo ordenó la retirada de la Flota de Mar a aguas poco profundas para evitar los submarinos nucleares británicos. Desde entonces se ocupó de la guerra antisubmarina y de proteger el tránsito marítimo y los objetivos nacionales en el continente.

El 14 de junio de 1982 el comandante de las fuerzas terrestres británicas Jeremy Moore aceptó la rendición del general argentino Mario Benjamín Menéndez. Ambos bandos declararon un cese de las hostilidades.

Antes de firmar, los británicos se aseguraron de que la Fuerza Aérea Sur dejara de operar con los aviones que le quedaban. El mando británico condicionó la entrega de los soldados argentinos a una declaración de cese de las operaciones aéreas. El comandante en jefe Lami Dozo ordenó al brigadier Castellano entregarse, mientras el brigadier Crespo dijo que iba a pensarlo. Finalmente la Fuerza Aérea Sur cesó en sus operaciones. Durante los 74 días que duraron las batallas, murieron 650 combatientes argentinos y 255 británicos, además de tres civiles.

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