por Jimena Báez
29 Diciembre de 2025 15:52
Cada fin de año, con la llegada de la Navidad, los Reyes Magos o múltiples fiestas, se repite una escena que para muchos refugios resulta tan común como preocupante: la idea de "regalar" un animal. Lejos de ser un gesto inocente, desde el rescate advierten que esta práctica suele esconder decisiones impulsivas, falta de compromiso y, en muchos casos, futuros abandonos.
BigBang dialogó con Aldana Iglesias, fundadora del refugio Gatiseñal, que explicó cómo las fiestas se convierten en un momento no sencillo para quienes trabajan en rescate animal: "Lo que nos pasa a nosotros, que nos afecta bastante a las fiestas, es que se frenan muchísimo las adopciones, porque la gente se va de vacaciones, la gente se va para las fiestas. Ahora estamos con problemas, por ejemplo, de tránsitos, porque hay que moverlos, porque la gente se va y mucha gente que nos transita son estudiantes que durante el año están en Capital y después para las fiestas vuelven o se van a sus ciudades, entonces eso nos complica bastante".

Pero más allá de la logística, el mayor conflicto aparece cuando un animal es pensado como un obsequio: "Yo tengo un temita con la palabra regalar animales, como que me genera mucho rechazo, porque siento que es tratarlo como un objeto", reconoció y siguió: "Cada vez que en un formulario ponen 'es para regalarle un gato a mi hijo', interiormente pienso: regalale un peluche".
Desde Gatiseñal, los casos en los que la adopción es "para regalar" suelen ser rechazados: "Cuando es 'para regalarle a mi hermana', eso jamás, porque quien asume el compromiso de la adopción tiene que ser el adulto responsable que lo vaya a cuidar. Nosotras tenemos que estar seguras de que esa vivienda esté en condiciones, que la persona realmente lo pueda sostener económicamente y que tenga ganas de tenerlo", reflexionó la entrevistada.
Para Aldana, el primer filtro es interno; por eso es fundamental que la persona que piensa adoptar se haga ciertas preguntas antes: "Lo principal es entender que no es un capricho del momento. Un gato, si lo adoptás de chiquito, ojalá dure de 15 a 20 años. Es un compromiso muy grande, es tu familia".
La responsabilidad atraviesa todos los aspectos de la vida cotidiana: "Es educarlos, es saber que si se llegan a enfermar tenés que tener los medios para atenderlos, saber que tenés que darles alimentos de calidad. Creo que mucha gente no ve que es a tan largo plazo". Y agregó: "Hay quienes piensan que con dos boludeces ya está, que con darle unas croquetitas y agua ya estamos, y no es así".

Desde el refugio, el proceso de adopción incluye seguimiento: "Nosotras hacemos un seguimiento más intenso al principio, hasta que esté vacunado, castrado y demás. Después vamos mandando mensajes cada tanto. Muchos adoptantes, por suerte, nos mandan ellos fotos y novedades, y eso es lo más lindo".
Para Gatiseñal, adoptar va mucho más allá de "tener una mascota". En este contexto, Aldana hizo hincapié en la verdad detrás del acto de la adopción: "Adoptar de manera responsable significa poder darle a ese animal el cuidado que necesita. Nosotras queremos que no los tengan como mascota —ya la palabra mascota a mí me genera rechazo— sino como una familia multiespecie".
En el caso de los gatos, hay errores frecuentes que pueden ser fatales: "Durante mucho tiempo estuvo esto de que el gato va y vuelve, y no es así. El gato no se cae del balcón. Para nosotras es fundamental que tengan redes de protección en las ventanas y muros altos". También advirtió sobre la alimentación: "Mucha gente le erra por desconocimiento. Darles alimentos de supermercado es una basura, les hace súper mal. Los lácteos también. Una cosa es que te chupen un poquito de queso crema de la cuchara y otra es darles un vaso de leche".
A la hora de adoptar, hay requisitos básicos que no son negociables: "La protección total en la casa es clave. Y lamentablemente, los medios económicos también importan. No pedimos recibo de sueldo, pero que sepan cuánto sale una castración o una vacuna y que lo puedan costear. Si no pueden costear eso mínimo, sabemos que si el animal se enferma no va a haber forma de sustentarlo".

Existen también señales de alerta que pueden hacer replantear una adopción. Aldana recordó un caso extremo: "Nos enteramos de que una adoptante había perdido una gata hacía meses y nos mandaba fotos viejas como si todavía la tuviera. Fue un caos, terminamos yendo a la policía. Fue una señal clarísima".
Animales: ¿familia u objeto?
Consultada sobre cuánto falta como sociedad para dejar de ver a los animales como objetos, la rescatista fue realista: "Creo que hoy hay mucha gente que ya los toma como parte de su familia, como parte de su sostén. Pero sigue habiendo gente que los quiere 'para cazar ratas' o 'para seguridad'. Esa cabeza no se les va a cambiar nunca".
Sin embargo, rescató un cambio generacional: "Las nuevas generaciones y también las nuestras tienen otra conciencia: el perro adentro, el gato adentro, que duerman en la cama, que compartan todo con uno".
Aunque no cree que haya prejuicios hacia los animales de refugio en general, sí reconoció discriminaciones: "Los gatos negros nos cuestan más, los blancos y negros también. Los naranjas y los grises se van volando. La gente es hegemónica hasta con los animales".
También ocurre con la edad del animal: "Muchos quieren un gato chiquito para educarlo, pero educar a un gato es complicado. El gato adulto ya te asegura una personalidad. Y además, un gato de un año no es viejo: puede vivir entre 15 y 20".
El mensaje final de Aldana fue claro y profundo: "Si uno quiere sumar un animal a su familia, hay que pensar que es para toda la vida. Son una parte de nuestras vidas, pero nosotros para ellos somos todo en su vida". Y puso ejemplos concretos: "Uno se muda y el gato viene con uno. Uno se separa y el gato se queda con uno. Uno se queda sin trabajo y el gato va a estar. No abandonarías a un hijo por las circunstancias de la vida, y pretendemos que el gato sea cuidado de la misma manera".

Sobre la compra de animales, la fundadora de Gatiseñal fue tajante: "Comprar fomenta el maltrato detrás de los criaderos. No entendería por qué alguien quiere algo de raza, otra vez por algo estético. Un gato es un gato. El amor no se compra". Y concluyó: "Es tan satisfactorio ser parte del círculo de rescatarlo de la calle y verlo calentito y seguro en una casa, en contraposición a saber que estás comprando un animal cuyos padres probablemente estén siendo explotados".
En este contexto, regalar un animal no es un gesto romántico ni un detalle de último momento: es una decisión que impacta durante años en la vida de otro ser. En tiempos donde todo parece descartable, adoptar implica frenar, pensar y asumir que el amor verdadero no viene envuelto en papel de regalo. Viene con compromiso, conciencia y la certeza de que una vida no es un obsequio, sino una responsabilidad compartida.

