14 Julio de 2025 15:21
La mañana del domingo marcó un antes y un después para Villa Allende, Córdoba. El quebracho tricentenario, testigo de siglos de historia y emblema de la lucha ambiental, fue finalmente removido. Pero su traslado no fue un acto de conservación ni de respeto por el patrimonio natural; fue el desenlace de un operativo cargado de violencia, polémica y preguntas sin respuesta. El árbol, que había resistido el paso del tiempo, sucumbió ante la maquinaria pesada y las decisiones políticas que priorizan el cemento sobre la vida.
El operativo para extraer el árbol no solo fue costoso, sino también brutal. Desde Tucumán se trasladó una grúa de enormes dimensiones, cuyo alquiler y transporte se estima en una cifra exorbitante de entre 25 y 30 millones de pesos. Sin embargo, voces extraoficiales sugieren que el municipio podría haber pagado incluso más, lo que ha encendido las alarmas sobre posibles irregularidades.

A esto se suma el despliegue desmedido de fuerzas policiales: más de 50 efectivos entre infantería y caballería, una docena de móviles y una quincena de motos. Todo este aparato fue utilizado no para proteger a la ciudadanía, sino para reprimir a los vecinos que intentaron defender al árbol.
La jornada del sábado fue especialmente violenta. Mientras los manifestantes intentaban bloquear el avance de la grúa, la policía respondió con golpes, detenciones arbitrarias y maltrato a periodistas. Un fotorreportero resultó herido, y un efectivo policial llegó al extremo de arrojar al suelo una bandera argentina, un acto que podría acarrear penas legales según el Código Penal. Las imágenes de la represión no tardaron en volverse virales, generando indignación no solo a nivel local, sino también en medios internacionales.

La remoción del quebracho quedó rodeada de interrogantes. ¿Por qué se optó por una traza que requería sacrificar un árbol tricentenario? ¿Por qué no se consideraron alternativas propuestas por ambientalistas que habrían evitado este desenlace?
La explicación oficial de Caminos de las Sierras apunta a razones de seguridad vial, pero esta justificación se desmorona al observar que la misma avenida Luchesse está plagada de rotondas que dan acceso a countries y barrios cerrados. Las respuestas parecen estar más relacionadas con intereses inmobiliarios que con la seguridad de los ciudadanos.
El quebracho fue trasplantado a pocos metros de su ubicación original, pero los expertos coinciden en que sus posibilidades de sobrevivir son prácticamente nulas: "Están llevando un muerto en pie", afirmó el biólogo Lucas Enrico, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del Conicet.
Según explicó, las raíces del árbol fueron severamente dañadas durante el proceso, lo que compromete su estabilidad y capacidad para nutrirse. Aunque el árbol podría aparentar estar vivo durante meses o incluso años gracias a sus reservas internas, su destino parece estar sellado.

El quebracho tricentenario ya no está donde estuvo por siglos, pero su ausencia será un recordatorio constante de lo que se perdió: no solo un árbol, sino también una oportunidad para demostrar que otro modelo urbano es posible. Un modelo donde el desarrollo no sea sinónimo de destrucción, donde las decisiones políticas escuchen a la ciudadanía y donde la naturaleza sea vista como aliada, y no como enemiga.