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Monseñor Romero es el primer beato de América Central

El cardenal Ángelo Amato, delegado personal del Papa Francisco en el Vaticano, encabezó la masiva ceremonia de beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado por un francotirador perteneciente a escuadrones de la muerte en marzo de 1980.

23 Mayo de 2015 16:29
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Más de 200.000 fieles, obispos y religiosos de todo el mundo se congregaron hoy en los alrededores de la plaza Salvador del Mundo, y en un radio de 5,6 kilómetros cuadrados para honrar al monseñor Oscar Arnulfo Romero, convertido en el primer beato centroamericano, y a quien los salvadoreños llaman "San Romero de América".

Los fieles congregados en las calles de San Salvador

Luego de 35 años de que la bala de un francotirador diera en su pecho y lo dejara sin vida, el arzobispo Óscar Arnulfo Romero fue beatificado en una masiva ceremonia llevada a cabo en San Salvador, bajo el impulso del Papa Francisco. Romero fue asesinado por escuadrones de la muerte de la ultraderecha salvadoreña.

Junto al presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén,estuvieron en la ceremonia los dirigentes de Ecuador, Rafael Correa; Panamá, Juan Carlos Varela, y Honduras, Juan Orlando Hernández, así como el primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y el vicepresidente de Venezuela, Jorge Arriaza, entre otros líderes latinoamericanos.

La presidenta Cristina Kirchner se sumó al júbilo por la noticia de la beatificación de Romero, con una carta que le envió al presidente salvadoreño. "Con alegría el pueblo argentino se suma a los pueblos del mundo para celebrar la beatificación del Obispo Oscar Arnulfo Romero", expresó la Presidenta en la misiva.

Cristina puso de relieve, además, que "una vez más el Papa Francisco hace caminar a la Iglesia junto a los pobres y perseguidos, aquellos quienes con amor por su obispo lo bautizaron 'San Romero de América, pastor y martir nuestro'".

El sumo pontífice envió una carta en la que califica al flamante beato como “siervo de Dios” y “padre de los pobres”, a la vez que llamó a la reconciliación en El Salvador, en el que el asesinato de Romero, perpetrado el 24 de marzo de 1980, desencadenó una guerra civil que se extendió hasta 1992.

La túnica que Romero llevada por los hombres de la Iglesia

"Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan", dijo el Papa argentino en una carta dirigida al arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas.

Un feligrés con la foto del arzobispo Óscar Romero enmarcada

 "Esta es una fiesta de gozo y de fraternidad para la Iglesia y para la nación salvadoreña", expresó Ángelo Amato, quien agregó que "Romero no es símbolo de división, sino de fraternidad y de concordia". 

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