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Renzo Olivo, el tenista que viajó en soledad para no gastar y ya ganó US$ 46.000

La victoria del tenista rosarino en la primera ronda del Abierto de Australia representa el triunfo más exitoso de su carrera, pero también demuestra las diferencias que hay en el reparto económico del dinero y de los recursos.

18 Enero de 2016 13:39
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En el tenis se ven, quizás como en ningún otro deporte, las diferencias económicas. Para que se entienda: entre Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, y el jugador número 100 del planeta no hay una diferencia sustancial y visible de ingresos. Ambos tienen asegurado su futuro, el de sus hijos y el de sus nietosm, si es que las variables de previsibilidad los acompañan. En el tenis, no. Y el rosarino Renzo Olivo es el ejemplo más claro.

Ubicado en el puesto 174 del ranking mundial, Olivo acaba de escribir la página más gloriosa en su corta carrera como tenista profesional. En el Abierto de Australia, primer Grand Slam del año, el rosarino derrotó al checo Jiri Vesely en 5 sets (7-6; 2-6; 1-6; 6-4 y 6-4) y pasó a segunda ronda, donde enfrentará a su compatriota Federico Delbonis, lo que asegura un argentino en tercera ronda. Y se aseguró un premio de US$ 46.300.

El rosarino Olivo pasó a segunda ronda del Abierto de Australia. 

El tema económico no es menor. Olivo ganó anoche casi lo mismo que en todo el año pasado, cuando se alzó con US$ 60.636. No tiene sponsor que lo acompañe en su carrera y por eso viajó solo. Sin entrenador, preparador físico ni psicólogo. Para comprobar las inequidades del circuito, basta comprobar que Rafael Nadal o Novak Djokovic viajan con hasta 8 asistentes. 

A diferencia de otras asociaciones, en Argentina los tenistas no cuentan con un apoyo que les permita desarrollar una carrera exitosa. Según coinciden la mayoría de los especialistas, es difícil que vuelva a repetirse una camada como “La Legión”.

Olivo, por su parte, es categoría 92, la misma que Diego Schwartzman, Andrea Collarini, Facundo Argüello o Agustín Velloti.

En el caso de Renzo Olivo, no la tuvo fácil. Entre los 12 y los 16 años se radicó en Francia para entrenar en la escuela de Patrick Mouratoglou. Y se lo explica a La Nación: “Aquello fue una locura, una etapa de mi vida que me marcó mucho. Un sponsor me ofreció ir allá y bancarme todo porque mi viejo (Antonio) ya no me podía bancar más; a los 13 ya no podía dedicarme al tenis si no aceptaba eso; tenía que hacerlo para seguir jugando y cumplir mi sueño. Vivir solo en Europa a esa edad... Hoy lo pienso y no sé cómo pasó, no sé si volvería a hacerlo".

Entre los 13 y los 16 años se radicó en Francia para entrenar. 

En lugar de hacer la lógica, que era quedarse a jugar los challengers en la Argentina y Sudamérica, Olivo desafió a todos y se fue para Australia. Atravesó la “qualy” con sacrificio y obtuvo el resultado más importante de su carrera: pasar a Segunda Ronda en un Grand Slam. Sigue en carrera.

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