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Hay alerta de tsunami

El rugido del Pacífico: un terremoto de 8,8 sacudió Kamchatka y desató el pánico en tres continentes

Japón, Hawaii, Chile, Perú y más de una decena de países evacuaron sus zonas costeras.

30 Julio de 2025 08:54
Fuerte terremoto en Rusia
Fuerte terremoto en Rusia

Un terremoto de magnitud 8,8, con epicentro frente a las costas de Kamchatka, en el Lejano Oriente ruso, encendió este martes por la noche una cadena global de alertas de tsunami que se extendió como una onda sísmica por Asia, Oceanía y América Latina. El sismo -el más potente en la región desde 1952- ocurrió a las 23:25 GMT (20:25 hora de Argentina), a 136 kilómetros al este de Petropávlovsk-Kamtchatski y a una profundidad de 19 kilómetros, según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS).

Pese a su lejanía geográfica, las consecuencias del fenómeno estremecieron a más de 20 países en cuestión de horas. En Rusia, el Ministerio de Emergencias confirmó que un tsunami golpeó la localidad de Severo-Kurilsk, en las islas Kuriles, obligando a evacuar a 2.000 personas y dejando varios heridos leves. En la región de Sajalín se declaró el estado de emergencia tras las inundaciones y daños a la infraestructura costera.

Pero el epicentro fue apenas el comienzo. La onda expansiva -literal y política- alcanzó de inmediato a Japón, que revivió con dramatismo las pesadillas de Fukushima 2011. Las autoridades japonesas ordenaron la evacuación de decenas de ciudades costeras, desde Hokkaido hasta las islas del sur. Aunque el país solo recibió olas de entre 30 y 40 centímetros, el temor fue inmediato. Trenes suspendidos, playas desalojadas, paneles eléctricos advirtiendo sobre el tsunami: la escena fue un eco del peor desastre nuclear de su historia. En la planta de Fukushima, el operador TEPCO evacuó a todo el personal por precaución, aunque sin registrar anomalías.

Mientras tanto, Hawaii y Alaska activaron sus protocolos máximos de emergencia. En Maui y Hilo, se registraron olas de hasta 1,74 metros. El gobernador hawaiano, Josh Green, fue contundente: "Esta no es una advertencia cualquiera. Se trata de evacuar o morir". La cadena montañosa de islas volcánicas en el corazón del Pacífico se convirtió, otra vez, en un símbolo de la fragilidad humana frente al océano. La NOAA advirtió que la amenaza podría prolongarse por varias horas. Desde Washington, el presidente Donald Trump pidió calma, aunque recurrió a su habitual tono dramático: "¡MANTÉNGASE FUERTE Y SEGURO!", publicó en redes. 

También instó a visitar el sitio oficial de tsunami para información actualizada. En paralelo, el Departamento de Seguridad Nacional instó a "buscar terreno elevado". Pero la amenaza no se detuvo allí. En América Latina, el Pacífico se transformó en una frontera vulnerable. Chile activó una alerta de tsunami nacional: el presidente Gabriel Boric ordenó la evacuación preventiva de todo el borde costero, desde Arica hasta Magallanes, incluyendo territorios insulares y antárticos. El SENAPRED publicó un cronograma de evacuaciones escalonadas, con horarios precisos según la estimación de arribo de las olas. 

La población comenzó a subir a zonas altas durante la madrugada, entre confusión, miedo y radios encendidas. En Perú, la Marina de Guerra emitió una alerta para todo el litoral, informando que las primeras olas podrían alcanzar hasta 84 centímetros en el Callao y 76 centímetros en Pisco. Se estableció vigilancia activa en todos los puertos y zonas urbanas costeras. "No podemos correr riesgos innecesarios", sostuvo el director de Hidrografía, Jorge Vizcarra.

Ecuador mantuvo en observación las costas continentales y declaró alta probabilidad de impacto en las Islas Galápagos. A su vez, Colombia, México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá emitieron sus propias alertas, previendo corrientes anómalas y oleajes inusuales desde la madrugada. Las ciudades costeras del Pacífico colombiano, como Tumaco y Buenaventura, comenzaron evacuaciones de emergencia. 

En Acapulco, Salina Cruz y Puerto Vallarta, las autoridades mexicanas realizaron desalojos preventivos. La coordinación internacional fue inmediata. Los centros de alerta de tsunamis de cada país activaron sus protocolos y compartieron datos en tiempo real. Se trató de uno de los ensayos reales de respuesta global más grandes desde 2011. El océano habló. Y el mundo entero, esta vez, lo escuchó.

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