28 Julio de 2025 08:42
La postal de Mar del Plata en estas vacaciones de invierno es tan elocuente como preocupante: cafeterías con movimiento pero sin rentabilidad, hoteles semivacíos, tickets promedio en caída libre y un consumo retraído que golpea sin pausa. En medio de la crisis económica, "La Feliz" está lejos de hacer honor a su apodo. Como explicó con crudeza Miguel Martínez Allué, referente del histórico grupo gastronómico La Fonte D'Oro: "El nivel de actividad está lejísimos de lo que solían ser las vacaciones de invierno. No ha venido casi gente". El dato que resume la temporada lo da la ocupación hotelera.

Apenas un 35% en la primera semana, y aunque se espera un leve repunte hacia el fin de semana, los operadores ya anticipan que volverá a caer. "A partir del jueves hay hoteles 4 estrellas llenos y de tres con muy poca gente. Se cree que es un 1% menos que el año pasado, pero no tenemos que olvidarnos que estamos comparando con un periodo que tampoco fue bueno", advirtió Hernán Szkrohal, titular de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Mar del Plata, en diálogo con Clarín.
Si el 2024 ya había sido un año flojo, el 2025 se presenta como una profundización del deterioro, agravado por políticas económicas que, bajo la promesa de "ordenar" las cuentas, paralizaron el bolsillo de los argentinos. "La clave de todo es la caída del consumo", repiten empresarios del sector. La frase se vuelve mantra para explicar por qué, aún con propuestas culturales amplias y actividades gratuitas, la ciudad no logra despegar y cada vez son menos las personas que la eligen.
Martínez Allué fue claro: "Hay locales con gente, pero el rendimiento es casi inexistente. Los costos fijos se han disparado y los precios ya no se pueden seguir ajustando porque la gente no lo convalida". Aun con promociones, descuentos y menús ajustados, la rentabilidad sigue por el piso. "El consumo masivo está muy golpeado y el acceso al crédito es prácticamente nulo por las altas tasas", añadió con preocupación.

Según él, muchos empresarios están sosteniendo sus negocios a pulmón, en silencio, pero sin expectativas de mejora a corto plazo: "Muchas empresas deberán tomar decisiones difíciles". La situación se refleja también en la estrategia del sector gastronómico, que concentra su actividad en los horarios pico y resigna el resto del día. "Trabajamos con un punto de equilibrio muy bajo", reconoció Szkrohal, quien además alertó que la caída de turistas se acompaña de una baja del consumo incluso entre los clientes locales. "Hay muchas familias con chicos, pero mucho cliente local. Eso compensa en parte la falta de turistas, pero el consumo es menor", reiteró Martínez Allué.
Pese al sombrío panorama económico, la ciudad no se resigna. Con creatividad y esfuerzo, el Ente de Turismo y los espacios culturales locales despliegan una grilla de actividades gratuitas o de bajo costo: espectáculos en el Teatro Auditorium, funciones de títeres y magia en el Museo MAR, circuitos al aire libre en el puerto o el Bosque Peralta Ramos, y paseos interactivos para niños en museos y bibliotecas. Incluso se apunta a fechas clave para intentar generar repuntes, como el Cafest -el festival del café marplatense- o el Enduro de Invierno, que el año pasado atrajo a más de 300 mil personas.

Pero los eventos puntuales no alcanzan para revertir un modelo económico que desestimó el turismo interno, encareció el crédito, hundió el poder adquisitivo y dejó sin herramientas a las pequeñas y medianas empresas. "Pagamos muchos impuestos laborales. De cada uno que se abona, al trabajador le llegan apenas $900.000 netos, y eso después rinde 700.000 por el IVA. Es insostenible", denunció Allué, visibilizando el desangre de un sector que siente que trabaja para sobrevivir, no para crecer. Las vacaciones de invierno son históricamente un termómetro para ciudades como Mar del Plata. Y este año, el diagnóstico es alarmante: un 35% de ocupación, un porcentaje exageradamente menor y muy alejado del 75% u 80% que históricamente se registra en el receso invernal en "La Feliz".

